Una comerciante de Caseros, anunció que cerrará su pet shop definitivamente tras sufrir varios robos en menos de un mes. En el último, una mujer la atacó pidiéndole el dinero con arma de fuego y en otra una vecina se había defendido arrojándoles agua caliente a los ladrones, como en la época de las Invasiones Inglesas. Desesperada, afirmó que ya no puede atender por miedo y criticó la falta de respuesta del municipio, a pesar de las promesas de más cámaras y patrulleros en la zona. “Sí, dice que no cobra las tasas a los comercios pero lo que no dice es que no podemos abrir porque nos matan o nos roban lo que juntamos en una tarde”, comentó indignado un comerciante que aún resiste con la persiana abierta, aunque no sabe hasta cuándo.
Otros dos comercios, un kiosco y una barbería, se plegaron a la medida por la falta de respuesta del Municipio. Los vecinos y comerciantes denuncian que a pesar de las promesas del intendente Diego Valenzuela de instalar más cámaras y patrulleros, estas acciones no se concretaron. La inseguridad aumenta, y los residentes se sienten desprotegidos, mientras los robos y asaltos se multiplican en la zona.
También en Caseros, cinco delincuentes asaltaron a un motoquero. Dos de ellos bajaron armados de un auto, lo amenazaron y le robaron su teléfono, billetera y mochila. Luego, abandonaron la moto, que fue recuperada gracias a un servicio de rastreo. Aunque la víctima aportó la ubicación de los ladrones en el barrio Derqui, la policía no los encontró.
Ola de inseguridad
La localidad de Caseros se convirtió en una de las zonas más inseguras del Conurbano. Los vecinos, desesperados, ya no saben a quién recurrir. Hace unas semanas, en pleno centro de Ciudad Jardín y al mediodía, hubo un feroz tiroteo luego de que una banda robara un Pago Fácil. Poco antes, un ladrón que escapaba de la policía se atrincheró en una escuela en horario de clases, poniendo en pleligro a los estudiantes que tuvieron que ser evacuados. En marzo, un grupo de motochorros mataron al delivery Manuel Ledesma. Los asaltos a los repartidores son moneda corriente, por lo que el asesinato de “Manu” derivó en una protesta de repartidores en la puerta de una comisaria y terminó con patrullero incendiado.
